It 's A Jungle Out There: creativos como modernos prometheus y seres del proceso civilizatorio
Seremos más libres cuando nos coloquemos los sombreros como zapatos y los zapatos como sombreros.
Andrei Tarkovsky exclamaba “El cine es un arte infeliz porque depende del dinero. No solo porque una película es muy costosa, sino que también es comercializada como cigarrillos. Un filme es bueno si vende, pero si el cine es arte entonces ese enfoque es por demás absurdo; significa que el arte es únicamente bueno si logra venderse. Conociendo esto, no me quejo. No puedo demandar términos especiales para mis filmes, ya que estos términos no existen. El filme para una larga audiencia no puede ser poético. Algunos filmes han sido vistos por millones de personas, pero esto pasó en el amanecer del cine mudo, cuando toda película atraía la curiosidad de la gente. Ahora es difícil sorprender al espectador y las buenas películas no son vistas por las masas”. La desolación del artista, su desilusión se funda en el principio del arte coexistiendo con el capitalismo. Los pensamientos entablados en conversación del cine podrían establecerse perfectamente para la moda y palabras exclamadas en un antiguo pasado prevalecen en la modernidad del diseño enfermo de un mundo.
El eterno cuestionamiento: ¿Es la moda arte? Inició en el pasado y se continúa debatiendo, en un principio el museo la relegaba y la juzgaba no merecedora pues las prendas poseían un motivo funcional y no meramente “estético”. La indumentaria es para el acto natural del vestir y no para ser celebrada, cuando logró ser aplaudida en el museo, llegó la industrialización traída por la modernidad y entonces como escribió Lipovetsky en El imperio de lo efímero: “La moda es celebrada en el museo y relegada al trastero de las preocupaciones intelectuales reales: está en todas partes, en la calle, en la industria y en los media, pero no ocupa ningún lugar en la interrogación teórica de las mentes pensantes…”
Permanecer en la moda es estar en el no lugar, en el medio de dos extremas categorizaciones: es calificada como arte y por tanto el trabajo del artista (diseñador) es demeritado, pues el mercado es influenciado por nombres y no importa la dedicación, sino el apellido de quién lo comercia. El consumidor con una visión apegada al romanticismo espera que el artista produzca su arte de manera gratuita o barata, porque un romántico “no se rige a base de las normas mundanas y su destrucción es justificada” la elección de una profesión da lugar a la explotación del trabajo. Una idea preconcebida donde el consumidor posee derecho a disfrutar sin creces el trabajo de un artista porque el arte da sentido a la vida, sin embargo, quien lo produce tiene como paga la admiración y la evolución espiritual de una vida entregada a la pasión.
Del otro lado del umbral y en un lugar igualmente sombrío, la modernización de la moda crea una reputación alrededor de la indumentaria “una esfera ontológica y socialmente inferior, no merece la investigación científica; cuestión superficial, desanima la aproximación conceptual.” Los creativos de la industria de la indumentaria, no únicamente juzgados por su profesión, sino por su obra en sí misma. Se denuncia a la obra por su naturaleza “inoperante”, su extravagancia, “la moda provoca el reflejo crítico antes que el estudio objetivo, se la evoca para fustigarla, marcar distancias, deplorar la estupidez de los hombres y lo viciado de sus asuntos” No hay lugar para la poesía en una industria que se ha movilizado hasta la reproducción infinita, apresurada, mecánica y en donde todavía se cree que la moda son siempre los demás.
Los diseñadores y los trabajadores de la industria encarcelados en la naturaleza oximorónica de su profesión: ¿algún día podrán desarrollar su creatividad libre de juicio? , ¿algún día podrá la realidad dar rienda suelta a su imaginario?. En una utopía el artista es capaz de crear sin bordes, ni límites y establecer propiamente la identidad de su obra; en esta difusa realidad trabajar en la moda supone un sacrificio y la permanencia de la creatividad no es únicamente una lucha entre el corazón y los billetes que tienes en el bolso, sino que también se añade la idea del yo a partir de la modernización.
El Proceso Civilizatorio
El control sobre la creatividad por razones económicas está profundamente ligado a la modalidad normativa de la sociedad. Menciona Caroline Evans en Fashion At The Edge “Muchas de las características de la moda occidental actual tienen sus orígenes en el desarrollo del capitalismo mercantil europeo del siglo XIV y en lo que Norbert Elias llamaba: el proceso civilizatorio. Para Elias, la evolución de los modales desde la edad media supuso la supresión del comportamiento instintivo y agresivo en favor al desarrollo de un ser reflexivo, modelado y matizado.”
Norbert Elias se cuestiona el origen de la racionalidad y en busca de nuestro completo entendimiento nos proporciona el ejemplo de la corte real (que bien podría ser cualquier poder, sea el de un padre sobre un hijo o un científico sobre su creación) un rey emerge y con él, el grupo debe aceptar su posición de subordinados, el rey coloca orden y la negociación se transforma en un área de control para anteponerse a la violencia. El rey es dependiente de los subordinados para mantener su poder y los subordinados dependientes del rey para negociar su posición en la jerarquía de la sociedad. La negociación se vuelve una mesa de discusión, que a su vez supone una mesa de represión del impulso y esconder aquello que supone una amenaza para los demás y por ende para ti mismo. Suprimir tu naturaleza salvaje significa ser acreedor de un privilegio. Es así que la cortesía es el teatro de la amabilidad y el control para un beneficio propio que será otorgado dependiendo del agrado que le causemos a aquel en posición de poder, al mismo tiempo, él lleva el mando a partir de la supresión de sus impulsos.
“Las cortes de los grandes señores son un teatro donde todo el mundo quiere hacer fortuna, esto sólo se puede conseguir ganándose el favor del príncipe y de las personas más importantes de su corte. Por lo tanto, uno se esfuerza por hacer todo lo posible para ser agradable a ellos. Nada hace mejor esto que hacerle creer al otro que estamos listos para servirle al máximo de nuestra capacidad en todas las condiciones”.
De aquí el surgimiento de libros y manuales de etiqueta, observamos un resurgir del mismo en 2022 a través de redes sociales, especialmente dirigido a las mujeres. Traducido a la indumentaria: los códigos de vestimenta que tuvieron lugar en el siglo XIX a partir de la Revolución Industrial. En el siglo 18 con la Anglomania y la popularidad de telas inglesas de algodón, la industria de seda en Lyon se vio en decadencia, por lo que Napoleón emitió un decreto imperial: los hombres y mujeres debían utilizar prendas de seda en ceremonias públicas, a sí mismo se apoyaba el uso de trajes de seda en la corte francesa. La modernización provocada por la industrialización generó una abundancia en ropa, por lo que una etiqueta social abordando la vestimenta surgió a la mitad del siglo 19 y las mujeres debían cambiar de vestuario siete u ocho veces al día para cumplir los dictámenes de la sociedad.
He aquí la unión entre industrialización, modernidad, poder, la racionalidad y el proceso civilizatorio, que no ha cambiado sino únicamente evolucionado en las maneras de difundirse. Actualmente a través de los medios masivos de comunicación anunciando tendencias, tendencias que no únicamente modifican el comportamiento del consumidor suprimiendo sus impulsos y dictaminando sus deseos, sino del creador siguiendo las bases de una marca creada a partir de una audiencia y no una audiencia encontrando una marca que sirva a sus propios ideales: el yo a partir de la modernización que en favor del desarrollo, en favor a la contribución social suprime su naturaleza animal.
En Fashion At the Edge de Caroline Evans, se lee que en periodos donde la idea del ser parece ser inestable o rápidamente cambiante, la moda puede jugar el rol de construir imagen y significado, además de expresar ansiedades e ideales. El siglo veinte con dos guerras mundiales, holocausto y genocidio, la división entre Islam y occidente y el rapido desarrollo de información tecnológica genero un discurso de la identidad en la moda creando y destruyendo la imagen del ser a través del vestuario.
La moda es parte del círculo vicioso, del proceso civilizatorio es aliado y enemigo, pues habiendo quienes forjan la construcción de la imagen, el actual manual de etiqueta y el control sobre la indumentaria, también existe quien se opone y que a base de sus creaciones se emancipa del proceso.
El Romanticismo siendo una oposición al avance de la industrialización, enfatizando la individualidad en contra de la racionalidad. La importancia del yo y la naturaleza sentimental e imperfecta. La imagen del artista como un creador rebelde que no se adhiere a las normativas y que se engrandece en su rebeldía. Un concepto llevado hasta la actualidad, una imagen del artista que es insostenible o incapaz de ser en el presente desgarrador donde la racionalidad ha llegado al inconsciente a partir de la repetición ideológica,la división entre buenas y malas acciones, lo normativo y la alienación y violencia hacia lo distinto. La racionalidad en ocasiones no es más actuada en busca de un beneficio, sino inherente, sea en adherirnos a códigos de vestimenta o en pensamientos.
Decía Lipovetsky en el Imperio de lo efímero “Desde hace un siglo es como si grosso modo el enigma de la moda estuviera regulado, nada de guerras de interpretación fundamental, la corporación pensante, en un hermoso impulso unificado” la construcción de una imagen en la moda llevada en base a una fórmula ya conocida por todos, incluso el consumidor y seguida sin cuestionamientos, con racionalidad inherente o fingida pues beneficia al desarrollo económico, político y social. En un pasado conocido, existió un anuncio de emancipación del proceso civilizatorio, de individualidad y cuestionamiento de la identidad realizado por Alexander McQueen en 1997.
Frankenstein educador.
Corría febrero de 1997 y Alexander McQueen presenta su colección fw 97 “It’s a Jungle out there” [Es una jungla ahí afuera] la primera después de su tórrido debut en Givenchy, denunciando el control sobre la creatividad en una comparación entre lo salvaje y vulnerable. Givenchy suponía demasiadas limitaciones para un diseñador guiado por la férrea motivación de innovar. Infeliz en el trabajo no deseado, exclamó para el Observer en 2001 “No tenía el apoyo de los franceses, yo diseñaba, ellos cambiaban todo y luego la prensa me criticaba. Fue un caso de demasiados cocineros”.
En su marca epónima veía una mina de creatividad, una tierra nueva y propia en la que narrar y así lo plasmó en la colección. McQueen para el era una utopía, la universidad para el estudiante de moda, aquel lugar donde dar rienda suelta a la creatividad no suponía un sacrificio. En un crisol de inspiraciones, Lee comparaba la cadena alimentaria de la fauna en África con la “cadena alimentaria” de la moda y el sentimiento de inhospitalidad, la permanencia efímera. Inspirado en la vulnerabilidad de la gacela de Thompson en comparación a la vulnerabilidad humana, particularmente la vulnerabilidad en espacios creativos y la historia de H.G Wells “The island of dr. Moreau”
“Todo el sentimiento del espectáculo giraba en torno a la gacela de Thompson. Es un pobre bicho, las marcas son preciosas. Tiene estos ojos oscuros, blancos y negros con marcas color canela en los costados, cuernos, pero es la cadena alimentaria de África. En cuanto nace muere, o sea que tienes suerte si dura unos meses, y así es como veo la vida humana, de la misma manera. Ya sabes, todos podemos ser descartados con bastante facilidad... estás ahí, te has ido, ¡es una jungla ahí fuera!” Mencionaba McQueen.
The Island of Dr. Moreau empieza con el narrador Edward Prendick un náufrago desolado rescatado por una embarcación que termina en la isla de Dr. Moreau un científico que busca crear a partir de los animales una creación lo más parecida a un humano a partir de la vivisección. Doctor Moreau un personaje que ya se ha visto en la ficción, un científico creyéndose Dios así como Victor Frankenstein, ambos desarrollan criaturas que terminan despreciando por no acomodarse al proceso civilizatorio y normativo de la imagen humana, ya sea por apariencia o conducta. Ambos científicos viven alejados de la sociedad pues su búsqueda de una creación supone ir más allá de los límites morales, sin embargo, buscan que sus creaciones se apeguen a los ciudadanos, que lleven consigo el inherente modelo de etiquetas y modales, al no hacerlo, los desamparan.
En la isla de Dr. Moreau, Edward al descubrir las creaciones del doctor huye al bosque y se encuentra con un híbrido, quien se encontraba en cuatro patas y tomando agua como un animal. Cuando el híbrido se ve descubierto actúa arrepentimiento por sus acciones, finge la racionalidad para obtener un beneficio de Dr. Moreau: continuar viviendo. Los híbridos (bestias) llevan a Edward a su choza, en donde le enseñan la ley que es nunca comportarse como un animal, la ley siendo una serie de cánticos religiosos que terminan con la frase: ¿Acaso no somos hombres?
En la moda esto puede compararse a la fórmula inherente para una marca triunfante, esta combinación que dictamina la manera del ser en una marca y que es en sí misma el conocimiento inmaculado e incuestionable. Se busca que el diseñador cree una marca a partir de una audiencia y que en sus creaciones se apegue a los ideales y a lo suficientemente comercial, el diseñador suprime así la naturaleza de sus creaciones, su creatividad es limitada ante el control. Como mencionamos anteriormente: ya no es más un yo creador, sino “el yo” a partir de la modernización que en favor a la contribución social suprime su naturaleza salvaje.
El diseñador es un frankenstein o un híbrido limitado bajo el control y las dinámicas de poder que se replican constantemente en el capitalismo feroz. Philippe Meirieu escribió en 1996 “Frankenstein educador” un libro de pedagogía que explica la relación de estudiante y profesor, exponiendo la situación de un profesor “creando” a sus estudiantes a partir de parámetros que él mismo dictamina.
“Al nacer, no sabe nada, o sabe muy poco; ha de familiarizarse con multitud de signos, acceder a una lengua llamada <materna>, inscribirse en una colectividad determinada, aprender a identificar y respetar los ritos, las costumbres y valores que su entorno le impone y después le propone. En eso se diferencia el hombre del animal: nadie ha visto jamás a una abeja demócrata.”
Meirieu propone la renuncia a la fabricación del ser, que a su vez significa la resistencia al ego, a la racionalidad inherente. Eliminar la dinámica de poder, entre gobernante y subordinado y acoger al ser que llega inscrito en la historia, pero que a su vez representa una superación de la misma. Permitir al individuo ser una obra de sí mismo y no un autorretrato del “creador” con ligeras desviaciones.
Dr. Moreau y Víctor ambos desamparan y desprecian a sus criaturas cuando no logran dominarlas por completo, su fabricación es fallida puesto que no logran ser adoctrinadas en base a la civilización. “No podría explicarse mejor la violencia que se apodera ineluctablemente de quienes confunden la educación con la omnipotencia, no soportan que el otro se les escape y quieren dominar por completo su fabricación:
-Te quiero conforme a mis proyectos; te quiero para satisfacer mi deseo de crear a alguien a mi imagen o a mi servicio; te quiero para que hagas que me sienta importante, sabio, eficaz, un buen padre o un buen enseñante; te quiero para estar seguro de mi poder.”
Alexander McQueen entonces con su colección da un ejemplo de la voz opuesta al proceso civilizatorio, a base de sus creaciones se emancipa del mismo. En una colección híbrida entre humano y animal, Alexander McQueen antepone la naturaleza experimental y sensible sobre el yo modernizado y nos recuerda que “no es un objeto en construcción, sino un sujeto que se construye.”
La Utopía
En la utopía fantástica el trabajador de esta industria oximorónica se dedica a su pasión, sin que la misma suponga un sacrificio. La elección de una profesión no significa la explotación o limitaciones por juicios y normas. El creativo no limita su arte, así como la naturaleza salvaje del ser es liberada y su individualidad es resaltada. En el ambiente doméstico; los híbridos en sus chozas, frankenstein en el cottage ayudando a la familia pobre a priori de su juicio o el estudiante de moda en la universidad: encuentra la individualidad y expresa su ferocidad en la reclusión. Se busca liberar al creativo en el exterior, en la tierra sin protección, en la fantasía de un mundo saludable los artistas no se rigen por las normas mundanas, se aplaude la irracionalidad y se forja la individualidad.
En Poor Things, la novela y película basada en una dinámica de creador y creación, Bella Baxter abandona el nido de protección, aquel que le otorga el beneficio de una vida privilegiada a costa de una educación Frankenstein para continuar el proceso civilizatorio. Dr. Godwin Baxter así como Dr. Moreau o Victor Frankenstein ejemplifican a aquel creador que busca en su creación el apego a la normatividad, a la racionalidad en conducta y a la apariencia hegemónica, buscan que su creación que va más allá de los límites morales, suprima su naturaleza salvaje. La etiqueta y la moralidad siendo el conocimiento inmaculado e incuestionable, sin embargo, Godwin Baxter se cuestiona su posición de opresor y acepta la naturaleza de Bella, su emancipación del proceso civilizatorio se da a partir de su curiosidad, su intelecto y su creatividad. Su avance no supone miedos o ansiedades, sino una constante evolución del ser.
No se espera que el creativo avance a través de la no intervención, pues como explica Daniel Hemline “no se ha dado el caso de que un ser humano haya alcanzado el estatus de adulto sin que hayan intervenido en su vida otros seres humanos, estos adultos” Sino que se busque la creación a través de la libertad individual y no el continuo seguimiento de una pauta que convierta la experiencia del creativo en la moderna promesa de un crisol creado a base de perímetros y visiones de aquel que las dictamina, tanto para consumidores como para creadores.
En un mundo alterno el cambio no supone cuestionamientos ante la identidad pues la modernización no conlleva control, mientras tanto, continuamos ligados al pensamiento de Tarkovsky “Un artista nunca trabaja bajo condiciones ideales. Si existieran, su trabajo no existiría, porque el artista no vive en el vacío. Debe existir algún tipo de presión. El artista existe porque el mundo no es perfecto. El arte sería inutil si el mundo fuese perfecto, pues los hombres no buscarían harmonía simplemente vivirían en ella. El arte nace de un mundo mal diseñado”.
En el actual estado de crisis con el crecimiento tecnológico acelerado, la inestabilidad económica, el derrumbe político, ¿quién será aquel que proponga la destrucción sobre la construcción de la imagen?
Escribiendo esto, mientras tomo un riesgo y pienso “la moda es un arte infeliz…”
Bibliografía
Meirieu, P. (2000). Frankenstein educador. Laertes.
Evans, C. (2023). Fashion at the edge: Spectacle, modernity, and deathliness (2a ed.). Yale University Press.
Lipovetsky, G. (2004). El Imperio de lo efimero. Anagrama.